Artículo del Facoblog

Deshumanización de la Oftalmología (I)

Vamos a iniciar un ciclo de artículos en el FacoBlog para abordar la deshumanización en la Oftalmología, aunque el concepto y la idea podrían llevarse a casi cualquier especialidad.

Iniciamos con unas reflexiones del Dr. Gegúndez y el Prof. Benítez del Castillo con un invitado forzoso presente en todo momento en cuanto interactuamos con nuestros pacientes como es el ordenador de la consulta y la gestión de la información. Este artículo dio pie a una publicación posterior en iSanidad.

EL ORDENADOR Y LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE(1)

Es imprescindible reflexionar sobre nuestra realidad actual: las pantallas como muralla entre el médico y el paciente. Como dice un eminente oftalmólogo español, el Dr. Fernando González del Valle, «es más importante saber mirar a los ojos de los pacientes que aprender a explorarlos». Hoy en día la relación médico-paciente ha sido adulterada por un tercer actor: se le dedica más atención al ordenador que al paciente. Se efectúa la anamnesis y explora rápidamente y comienza la relación con la “tercera persona”, el intruso: se hacen anotaciones en la enmarañada historia clínica electrónica, se pierden minutos buscando las casillas donde clicar y anotar, encasillar los datos, ver las exploraciones complementarias que ha realizado el auxiliar o técnico. Este artefacto informático llamado Historia Clinica.

Informatizada, desarrollado por un empleado de una empresa a la que no conocemos y que no sabe de medicina ni de relación médico-paciente-ordenador, es quién tiene la responsabilidad delegada por los gestores para decidir la manipulación de los cimientos del íter continuum actuarial médico.

Una buena solución sería disponer, para cada médico, de asistentes administrativos o “escribanos especializados” que efectuaran en el ordenador todas las tareas necesarias en una consulta moderna actual, y transcribieran la información clínica y anotaciones que el médico les dictara. De esta forma, el médico dispondría de todo su tiempo para hablar con el paciente mirándole a los ojos, explorarle, efectuar el diagnóstico y programar el tratamiento. Así funcionan prestigiosos centros privados de referencia en oftalmología tanto españoles como a nivel internacional.

Fuente: IA

El problema es que los médicos nos hemos dejado atribuir, por parte de los gestores sanitarios, funciones que no nos corresponden, siendo cada vez más difícil desprenderse de ellas al haberse impuesto por la vía de los “hechos consumados”. Varios fenómenos pueden explicar esta perversión de las funciones del médico: el individualismo y la falta de unión colectiva de los médicos antes las presiones mercantilistas de los gestores; la permisividad individual del médico, más preocupado de sus pacientes y del estudio y formación continuados que de otros asuntos, cruciales, de defensa de su profesión; y, finalmente, la falta de un verdadero liderazgo entre los que ostentan los cargos de representatividad de los médicos en los diferentes estamentos y administraciones sanitarias, en muchos casos más ocupados de sus relaciones, visibilidad, prestigio profesional y político, que de ejercer, con sacrificio y vocación de servicio hacia sus compañeros, un trabajo constante de defensa de los principios que rigen la profesión médica. La realidad productiva, mercantilista y deshumanizada a la que ha llegado la medicina, ha derivado en que la calidad asistencial y el tratamiento de la aflicción y desconsuelo de los pacientes haya quedado relegado directamente a un segundo plano.

Regresando a las computadoras de la consulta, el problema de la historia digital es que no ha sido pensada por médicos. La filosofía de este modelo de historia informatizada se resume en el control del número de procesos, la gestión administrativa de la asistencia. En este escenario el facultativo termina siendo una especie de amanuense que tiene que justificar lo que hace cada día sin poder centrarse en el acto médico. Lo peor es que hemos sustituido la historia manuscrita en papel para “teclear palabras planas” en un ordenador: y no podemos dibujar, y es más difícil identificarnos entre nosotros mismos porque la letra deja de ser «de médico», y las personalidades de quienes las escribíamos han quedado diluidas en unas fuentes diseñadas por igual para todos.

Fuente: IA

Nuevamente una parte importante del problema es haber asumido, sin apenas resistencia, el actual modelo de historia clínica. Posiblemente si no hubiéramos cedido de forma tan gratuita – y generosa a la vez que irresponsable – nuestro protagonismo, tendríamos una mejor historia, a la que podríamos dictar nuestras exploraciones, diagnósticos y tratamientos. En el fondo, subyace el problema de la falta de confianza en nuestra profesión de parte de la cúpula directiva del sistema nacional de salud. De esta contrariedad se ha lamentado amargamente nuestra gran filósofa Adela Cortina(2), quien atribuye un alto coste social y económico, puesto que la falta de confianza redunda en un control digital de todos los procedimientos.

Probablemente la inteligencia artificial pueda resultar de gran ayuda para resolver este problema burocrático: elaboración de informes, citaciones, organización de quirófanos o listas de espera, entre otras muchas aplicaciones. Esta función liberaría tiempo al médico para la consulta y una mejor relación médico-paciente. El tiempo es un factor fundamental en la relación médica y por ello la masificación y la industrialización de la práctica clínica constituyen elementos negativos. Otros factores clave son la generosidad del médico y el aprendizaje de los estudiantes y residentes desde la base, desde las facultades de Medicina: en caso contrario los residentes del futuro proporcionarán a los pacientes el trato al que se hayan familiarizado, es decir, un trato mecanizado y deshumanizado.

Se ha comparado la comunicación entre un paciente y un médico, y un paciente y un ChatBox IA. Los resultados son altamente preocupantes para todos aquellos que defendemos esa parte de la medicina humanista y que disfrutamos del contacto con el paciente. Las respuestas del chatbot también se calificaron significativamente como más empáticas que las respuestas de los médicos (t = 18,9; P < 0,01). La proporción de respuestas calificadas como empáticas o muy empáticas (≥4) fue mayor para el chatbot que para los médicos (médicos: 4,6 %, IC 95 %, 2,1 – 7,7 %; chatbot: 45,1 %, IC 95 %, 38,5 – 51,8 %). Esto supuso una prevalencia 9,8 veces mayor de respuestas empáticas o muy empáticas para el chatbot.

Sin embargo, el término inteligencia artificial (IA), cuyas respuestas son programadas por el ser humano, pudiera resultar excesivamente profuso o quizás marketiniano, dado que más allá de la inteligencia lógico-matemática o computacional las máquinas carecen del conocimiento tácito e inteligencia emocional propia de los humanos. Una diferencia muy importante entre los seres humanos y las máquinas es que éstas carecen del sentido de peligro y nosotros no: podemos percibir y analizar el miedo porque este funciona como mecanismo de alerta. Por lo tanto, a estos sistemas sería más apropiado denominarlos sistemas expertos o sistemas de apoyo a la decisión, que inteligencia artificial.

Fuente: IA

El resumen de este análisis es que la asistencia sanitaria se ha burocratizado a unos extremos que la hace incompatible con una mínima y elemental relación con el paciente, materializándose en una paradoja: “asistencia sanitaria inconciliable con relación médico-enfermo”. La deshumanización, el mercantilismo, la incomprensión, la desconfianza y el mal trato hacia los médicos, junto a la falta de personal administrativo, hace que la práctica de la medicina actual sea contradictoria e inconsistente con nuestra formación universitaria. El cambio de paradigma exige una revolución intelectual por parte de las nuevas generaciones de médicos. El término “amanuense”, mutado en estos tiempos digitales hacia este otro figurado “ateclense”, ha de asignarse a otra persona diferente del médico que trabaje con éste como un apéndice asistente que le permita realizar sus funciones con diligencia, recuperar la dignidad de su trabajo y devolver al paciente la verdadera relación con el médico.

Las propuestas de solución pasarían por:

  1. Introducir asistentes administrativos clínicos para cada médico.
  2. Fomentar la educación humanística desde las facultades de medicina.
  3. Implementar inteligencia artificial en tareas administrativas.
  4. Elegir representantes médicos basándose en mérito y liderazgo.
  5. Involucrar a los médicos en el diseño de historias digitales más flexibles.
  6. Implicar a organizaciones de pacientes para mejorar la interacción médico-paciente.
  7. Considerar la vía judicial para mantener los ideales clásicos de la medicina.
Fuente: IA

Referencias

  1. Artículo de opinión elaborado a partir de un análisis-debate del grupo de médicos oftalmólogos humanistas constituido por: Aguilar Ortiz JM, Cárceles Cárceles JA, Corsino Fernández-Vila P, Fernández-Vigo J, Gegúndez Fernández JA, Gómez de Liaño R, González del Valle F, Leoz de la Fuente G.
  2. Adela Cortina Orts(Valencia, 13 de julio de 1947). filósofa española y catedrática Emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia. Dirige la Fundación Étnor, Ética de los Negocios y las Organizaciones. Entre otros premios y distinciones obtuvo el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos y el Premio nacional de ensayo.

Autores


Dr. José A. Gegúndez Fernández
– Secretario General de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO)

Prof. José M. Benítez del Castillo
– Presidente de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO)

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