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Elche es una ciudad con más de dos mil años de antigüedad y se sabe que sus primeros pobladores, tras la Edad de Bronce, fueron los íberos, los cuales dieron nombre a la ciudad: Ilici.

Los íberos, al entrar en contacto cultural y comercial con otros pueblos mediterráneos como los fenicios y griegos, desarrollaron una gran actividad que dió lugar a la cultura ibérica. Ésta fue una de las más ricas y variadas de su época, con importantes manifestaciones artísticas, artesanales y comerciales, disponiendo además de una escritura muy avanzada.

En este entorno cultural se esculpe hacia el S.IV a.d.C. un busto labrado en piedra caliza que conocemos en la actualidad como la Dama de Elche y que es el máximo exponente del arte ibérico, dando una idea de la riqueza del mismo.

Su importancia para los íberos fué tal que la preservaron escondida y en condiciones óptimas de conservación durante más de dos mil años, hasta que el 4 de Agosto de 1897 fué descubierta casualmente por un joven labrador que realizaba labores agrícolas. El lugar donde se descubrió el busto de la Dama se conoce como La Alcudia y es hoy un extenso yacimiento arqueológico donde se han ido descubriendo a lo largo de los años numerosas piezas de mucho valor, íberas y romanas, testimonios de aquellas civilizaciones.

La Dama apareció en todo su esplendor y policromía, siendo conocida popularmente tras su descubrimiento como la "Reina Mora". El nombre universal de Dama de Elche se le dio en el Museo del Louvre, donde estuvo hasta 1941 en que regresó a España, estando en la actualidad expuesta en el Museo Arqueológico Nacional.

La Dama de Elche pudo representar una diosa, una reina o una sacerdotisa, pero sobre todo representa a la feminidad; al contrario de las diosas del arte clásico cuya condición de divinidad anula el aspecto de mujer, en la Dama de Elche todo su mundo está en la profundidad de la apariencia silenciosa de una condición femenina que trasciende a lo divino.

A pesar de que el busto presenta una Dama ricamente enjoyada, adornada por collares, rodetes, mantos y tiara, lo que realmente se destaca en la Dama de Elche es la serenidad de su rostro y la personalidad de sus facciones: nariz delgada y recta, boca de labios finos, ojos rasgados que debieron de tener la pupila y el iris sobrepuestos y una expresión abstraída fruto del contacto de lo humano con lo divino.

Tras sus casi dos mil quinientos años de edad, los adornos de la Dama siguen en plena vigencia. Así, los podemos encontrar en la mantilla española, en los adornos falleros, en la estética rasta y masai, y en todo tipo de collares lucidos por todo tipo de mujeres.

El próximo 18 de Mayo de 2006 la Dama de Elche volverá durante unos meses a nuestra ciudad. A ella y a lo que representa para todos nosotros va dedicada esta edición de FacoElche.

Fernando L. Soler Ferrández